jueves, 31 de diciembre de 2009

Los reyes magos perdieron la magia

Querida Larianna:

Estoy tratando de poner entre “comillas” estas navidades, colocando un “punto y aparte” a la cursilería propia de la época, imprimiendo un sentido más realista y secular al fenómeno del “Nacimiento”. Perdóname si con esto se rompen tus idílicas ideas acerca de tres individuos cuyas identidades permanecen inciertas muchos siglos después. ¡Claro, todavía el FBI no se ha interesado en el tema! O al menos no ha desclasificado la información escondidas acerca de los reyes magos.

No se si eran reyes que se hacían pasar por magos, o magos al servicios de los reyes. Tal vez eran iluminados orientales que intuyeron que algo bueno iba a ocurrir en esa aldea llamada Belén, que bien pudo llamarse Villa Jaragua, Miches o Pedernales.

En primer lugar, te diré que no me interesa el baby shower al estilo de los reyes, regalándole al niño nacido oro que ahora cuesta más de mil dólares la onza, como si ellos fueran enviados especiales de la Barrick Gold, una de las compañías explotadoras de oro más grandes del mundo, que ahora sacará el de la República Dominicana también, y no precisamente para regalárselo a los niños y niñas que nacen diariamente en el Hospital Nuestra Señora de la Altagracia.

Recuerdas que siempre hay que desconfiar de los reyes, que se hacen pasar por magos, cuando bien pudieran ser representantes de la gran industria de la juguetería como Mattel, Ditoys o Disney. Imagínate, querida Larianna, que en este año, quienes reinan en el país sólo nos están dejando un 2.3% del 4% que debe consignarse en el presupuesto de la nación para la educación. Ellos son los mismos que luego te dicen que están trabajando para el bien del país, lo cual es cierto, siempre que se tenga la visión de que el país es del tamaño de sus bolsillos.

Después de dos milenios repitiendo los mismos regalos, es tiempo de que los reyes aprendan que sus regalitos no “resuelven”, y que deben cambiar la táctica, primero porque sus regalos no alcanzan para todos los niños y niñas, y segundo porque en la mayoría de los casos, se trata de juguetes que vienen con un sello que dice: “Made in nadalandia”.

Estos reyes tienen una política excluyente de repartición de regalos, basada en un mapa en el que aparecen las zonas de regalos privilegiados y otras de regalos de chapucería. A los Estados Unidos, por ejemplo, le dejaron como regalo la salida de George Bush de la casa blanca, mientras que a los dominicanos nos dejaron con los mismos regalos del año pasado: un jefe de la policía que le saca la lengua a la ciudadanía, sin que ninguna maldita autoridad por encima de su asqueroso rango se atreva a evitarlo.

Pero también nos dejaron la serie “Aventuras de una Super Dama” protagonizada por Sobeida, nuestra señora de la virtud.

También nos dejaron “Historia de un Secuestro”, con la actuación del impecable jefe de la policía nacional. Una serie con tantos argumentos fantasiosos que harían morir de envidia al propio George Lucas y la saga fílmica de la “Guerra de las Galaxias”. Es que Lucas nunca contó con el latrocinio, perdón… quise decir “patrocinio”, del palacio nacional.

Si esos reyes tuvieran el juicio bien enfocado y bien focalizado, nos regalarían un país más sostenible y decente. Con políticos que se respetaran a ellos mismos, y una población con mayor autoestima, porque la verdad debe ser dicha: a cualquiera se le cae la moral al saberse tan mal gobernado. En efecto, muchos dominicanos y dominicanas son felices porque no saben de verdad quiénes son sus asquerosos y miserables gobernantes.

Pero para bien de los que siempre soñamos con el bienestar de este país, no son los reyes, ni los magos los que van a resolver los inconvenientes de este proyecto llamado República Dominicana. Somos nosotros, porque en nosotros es que está la magia y no en los reyes
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sábado, 19 de diciembre de 2009

Corrupción ad náuseam: leonel y ahora rafael vargas

Por: Félix A. Pineda

Los mecanismos de consagración social de la corrupción no serían tan complicados de no ser porque “esos mecanismos” se encuentran en el centro de gravedad del sistema político dominicano. De manera metafórica, no se le puede quitar el barro a una escultura de barro a menos que se esté dispuesto a destruir la obra. Eso es lo que ocurre con los intentos de querer demostrar que este gobierno está interesado en combatir a la corrupción. !Jamás lo debemos creer!

Entonces, la reunión encabezada por el presidente de la República con organismos internacionales para reducir los niveles de corrupción en el gobierno, constituye otro mecanismo de perpetuación del sistema de corrupción establecido en el país. Se trata de otra estratagema leonina para que la parte ingenua de la población crea que de verdad existe el interés de luchar contra ese mal, que para el presidente y sus feudatarios ha resultado un bien de incalculable valor monetario.

Otro engaño maestro maquiavélicamente planificado para continuar timando la buena fe del pueblo dominicano. Una jugada de leonel interpretando el papel de inocente en una película macabra por él mismo dirigida.

“Dadme un punto de apoyo y moveré la tierra” decía Arquímides, “dadme un dedo del presidente de la República y acabaré con la corrupción”, se podría decir entre nosotros. De nada sirve llamar al PNUD, y a la USAID, para combatir la corrupción. Ese es un rol de los estamentos oficiales, comenzando por el presidente, se entiende?

Si alguien no llega a aprehender el núcleo del comportamiento corrupto, véase este ejemplo que trae la prensa de hoy sábado 19 de diciembre 2009:

"José Rafael Vargas entrega 30 millones hospitales de Moca".

En la nota no se indica de dónde diablo saca rafael vargas 30 millones para donarlo a hospitales de una provincia en la que él aspira a senador.

Si alguien todavía continúa creyendo que el presidente tiene buenas intenciones de acabar con la corrupción, ¿Por qué no cancela primero a josé rafael vargas del Indotel y luego lo somete a la acción de la justicia? !Claro que estoy pidiendo plátanos barahoneros a una mata de mangos banilejos!

josé rafael vargas ha participado en una acto que implica corrupción hasta tanto no explique el origen de esos 30 millones, y del por qué hace él la entrega y no la institución correspondiente.
Irá a la justicia a explicar el origen de ese dinero?

Como vivimos en una sociedad líquida, en la que las palabras carecen de significado, probablemente se dirá que esto no es un acto de corrupción, que se trató de un simple esfuerzo del candidato a senador por la provincia Espaillat para mejorar las condiciones de salud de su pueblo querido.

Ya que nosotros, los simples mortales de este país, sólo contamos con la angustia y la indignación de vernos y sabernos abusados, ultrajados, vilipendiados y burlados, por unos políticos degenerados sin más mérito que su capacidad ilimitada de perversión, esperamos que, al menos la prensa haga lo suficiente para que se aclare el origen de esos 30 millones.
Tal parece que la corrupción es el futuro, y nuestros políticos trabajan para el futuro.

sábado, 12 de diciembre de 2009

No hay una República Dominicana B

Por: Félix A. Pineda

Un titular del periódico “El País”, de España dice: “No hay un planeta B”. El texto hace referencia a lo que actualmente ocurre con el debate acerca del cambio climático. El problema es mucho más complejo de lo que algunos terrícolas están en disposición de aceptar, porque los humanos, y los no humanos, que habitamos este planeta, no disponemos de otro donde vivir, y este está siendo destruido a un ritmo más acelerado de los que los grupos económicos que viven del desastre ecológico son capaces de reconocer.

El tema es pertinente porque, aunque la República Dominicana no sea una nación significativa, dominante o con un peso específico que la haga “respetable” en el orbe terrestre, la situación es que un grupo de inhumanos ha decidido utilizar a la República como plataforma para sus propios fines y caprichos económicos.

Todos somos, de una manera u otra, instrumentos que se mueven en conformidad con intereses impropios de un grupo de malhechores que utiliza a la sociedad dominicana como “los enanos del circo”. Y lo peor es que nos utilizan de la manera más ridícula posible, haciéndonos saber que somos tontos útiles que encajamos perfectamente en el tablero de un juego previamente arreglado.

Hasta la Amet, institución sin clase, pero parte del juego tipo “Matrix” la película, se burla de la sociedad, colocando entre 7 y 12 de sus agentes en lugares donde el semáforo funciona perfectamente, y dejando a ninguno, en lugares dónde de verdad se necesita.

¿Cuánto vale un dominicano o una dominicana? Eso no importa, lo que importa es que nuestro país se encamina por mal camino, y a pesar de saber que vamos hacia el abismo, !eh pa´lante que vamos! porque en este país de riqueza limitada, la capacidad de robar parece ilimitada.
¡Hasta Italia tiene quien la defienda de “La cosa Berlusconi”! Pero a los nosotros, ¿quién podrá defendernos?

Sólo tenemos una República, no la dejemos perder. !Que se pierdan ellos, los señores supuestamente honrados que pululan por el congreso, por la suprema corte de justicia y por el palacio nacional! Que se pierdan ellos. Recordemos a Benito Juárez cuando dijo: “Maldito aquel que con sus palabras dice defender al pueblo, mientras que con sus acciones lo traiciona”. No hay una República Dominicana B.

domingo, 6 de diciembre de 2009

De la importancia de ser corrupto




Por: Félix A. Pineda



Si un día la corrupción toca a tu puerta, no hay que abrirle, a menos que tengas detrás de ti a un partido político, no importa que sea del gobierno o de la oposición.

La corrupción es la actividad empresarial más rentable del país, un negocio que debe mover entre 25 y 30 mil millones de pesos al año, contando con el respaldo asegurado del poder legislativo, el judicial y el ejecutivo. Siendo así, nadie puede contra la corrupción, porque la corrupción es un negocio cuyas utilidades son, para la clase política nacional, el soporte de su enfermiza existencia.

¿Por qué gobernar para el bien del país si se puede gobernar para el bien de uno mismo? Desde esta lógica, leonel I de leonilandia y su corte de ladrones “honrados” son los mejores gobernantes que ha tenido el país de los “perros del señor” (maldigo el día en que los dominicos se inventaron pisar esta tierra y colgarnos el nombre de dominicanos).

Si la corrupción es un negocio tan rentable, entonces es comprensible el por qué ninguna institución ha sido efectiva luchando en su contra. Luchar contra la corrupción es una metáfora similar al caso Sobeida: todos buscan a Sobeida, mientras ruegan que nunca aparezca.

Es que para acabar con la corrupción se necesita acabar con la actual estructura política infectadas de ladrones que trabajan con la certeza de que nunca irán a la cárcel, porque las cárceles de este país se inventaron para el que se roba la gallina, no para el que se roba la granja.

Como lo dirían en México, “un político pobre es un pobre político”. En este escenario la lucha contra la corrupción ha fracasado porque quienes luchan contra ellas son sus auspiciadores.

La corrupción es un señor que forma parte de la estructura putrefacta de un partido político, anda con un carné del ejército, cuando no de la policía, se sienta en los estrados de la suprema corte de justicia, tiene su curul en el congreso, y su centro de operaciones está en la avenida México esquina Delgado, desde donde hace sus declaraciones hipócritas de lucha contra la corrupción.

No soy pesimista, en realidad sólo estoy parafraseando, reforzando tal vez, las palabras de Hotoniel Bonilla, el de la supuesta lucha contra la corrupción, que ha dicho:

1. “No hemos sido capaces de sancionar la corrupción”.
2. “En los últimos 15 años de las decenas de casos de corrupción que se han presentado ante los tribunales de la República, con honrosas excepciones, todos han quedado impunes”.
3. “Sólo se quedan en prisión los que no tienen dolientes, los que no tienen un partido político detrás”.
Soy pesimista porque creo que con una clase política que se alimenta de la corrupción, jamás acabaremos con ella, si antes no destruimos a la clase que la sustenta.

sábado, 5 de diciembre de 2009

El Fracaso y sus puntos de vista


Félix A. Pineda

Una confusión se apodera de quienes creen que los grupos que deciden el rumbo de los asuntos de estado en la República Dominicana son unos fracasados. Dicen que el gobierno, encarnado en leonel y sus acólitos, no sabe a dónde va. Dicen que la clase política nacional carece de ruta creíble. Igual señalan que los grupos económicos son dominados por intereses que no tienen ningún vínculo con el desarrollo nacional.

Muchas veces se ha creído en esta tesis, argumentando que los actores de las esferas del poder son estúpidos, tarados, con una visión política insustancial, anclada en la miseria del pensamiento. Sin embargo, una reflexión más serena, indica que para los fines prácticos de un universo en el que la consecución de fines es la medida del éxito, ellos no son tan negligentes como a veces se cree.

Todo depende del punto de vista que se tenga sobre la acción política. Y precisamente allí está nuestro error: no hemos podido delimitar una diferencia fundamental entre los intereses generales del país y los intereses de quienes administran al país. Y cuando lo hacemos, no llegamos a la articulación de una respuesta coherente y consistente con esa diferenciación.

El interés de la clase política nacional es hacer negocio con la sociedad dominicana. Punto final de toda reflexión política.

A partir de esta diferenciación paradigmática entre nuestros intereses como nación y los intereses de los que nos mal gobiernan, se entiende que el metro ha sido exitoso (para los negocios de ellos), La SunLand fue una magnífica idea (para los negocios de ellos), la prohibición de la cementera fue un fracaso (para los negocios de ellos), una dosis diaria de apagones siempre será necesaria (para los negocios de ellos), el embrutecimiento de la población es conveniente (para los negocios de ellos), y aunque usted no lo crea, la corrupción es un súper éxito (para los negocios de ellos), el país se encamina por senderos correctos (para los negocios de ellos), la política económica del país es la más correcta y efectiva de toda América Latina (para los negocios de ellos).

La tarea pendiente para la ciudadanía viene a ser radical: diferenciar nuestros intereses de los intereses de ellos, y comprender que en nosotros se encuentra parte de la solución, mientras que en ellos, clase política nacional, se encuentra prácticamente la totalidad del problema. Desde este otro punto de vista, no oficial, ellos son el gran fracaso de la sociedad dominicana.