sábado, 19 de febrero de 2011

La belleza de la inestabilidad

Por: Félix A. Pineda.

El cambio del mundo árabe gira a la misma velocidad con la que los satélites traen la noticia, sin dar tiempo a la especulación, al análisis, ni a la doble lectura siquiera. La magia del Internet, "una señal del reino de los cielos" que los cristianos no pudimos prever, trae la noticia convertida en imágenes, sin dar tiempo a los editores de CNN a la reorientación del mensaje.

Los gobernántes tienen miedo, y justo es que así ocurra. Sus aliados en Europa también. Estados Unidos, donde la diplomacia llama autoritarios a los gobiernos malos que apoya y totalitarios cuando no los apoya (una joya política de Jeane Kirkpatrick), carece de moral para hablar, para actual y hasta para pensar. Son de las cosas extrañas que nos regala el Siglo 21.

De todo cuanto acontece en la aldea global de Marshall McLuhan, no es la belleza de la inestabilidad lo que nos debe preocupar, sino la fealdad, la horripilante fealdad de la estabilidad de países como la República Dominicana, donde el tiempo suele congelarse en un refigerador del palacio nacional (el tiempo político, claro).

Quiera Dios y algo malo pase en las calles dominicanas que también asuste a los perpetradores de turno.

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