El Siglo XXI ha encontrado a la República Dominicana anclada al siglo pasado. El autoritarismo tiene un nuevo y definitivo nombre: leonel primero de leonilandia, amo, señor y dictador de todos los poderes nacionales y al parecer, supranacionales. Su súper poder se extienden desde la justicia hasta la junta central electoral, donde la razón es prófuga, y un solo señor se abrogará la decisión de determinar quién ganará las elecciones: su partido y el de la oposición, que dicho sea de paso, lucha para perder más que para ganar.
Lo que le espera a la sociedad dominicana después del 20 de mayo no puede ser peor que lo que ya tiene: un desorden institucional sin precedente en la desordenada vida del país.
Pero la pregunta fundamental no está dirigida a los responsables del caos, sino a los pobladores que permiten en caos. ¡Oh pueblo dominicano, qué rebajada está tu moral y cuán cerrados tus ojos!
¿Qué horizonte se despliega a un país en el que su gente celebra y vitorea a sus verdugos?
¿Qué felicidad tan enfermiza te atiesta, que te alegra cuando los políticos levantan el látigo para envilecer tus derechos?
¿Qué le espera a la sociedad dominicana, que tan afanada se mueve a las urnas, a votar por quienes, de ante mano, se sabe corrupto?
El mar de la miseria política nacional es profundo y una cualidad que luce a los que aman este país: conciencia crítica, porque “la crítica es, dice Octavio Paz, la única vacuna contra la peste del siglo XXI- la peste autoritaria” que en República Dominicana se denomina leonel.
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