lunes, 16 de noviembre de 2009

Yo se dónde está Sobeida


Por Félix A. Pineda

Cuando un país pierde el sentido de la orientación, sus habitantes se dedican a la más antigua ocupación de un ser vivo: sobrevivir, aún a pesar de aquellos otros que no pudieron sobrevivir. Pero cuando la clase política de ese país se desmoraliza por completo, entonces los sobrevivientes cargan con un castigo extra: la desventura de ser mal gobernados por personas inescrupulosas que definen el mal con los criterios del bien, mientras que a lo bueno lo descalifican bajo el argumento de lo falso.

Así ocurre en la sociedad dominicana. El poder de la razón se subordina a la razón del que tiene el poder. La verdad, entonces, es la decisión del que tiene el poder. Y como el diálogo es un proceso entre dos o más personas que se necesitan mutuamente, quienes ostentan el poder se quedan sin interlocutores porque con el poder que tienen, pueden comprar a sus opositores.

Ejemplos:
Si la segunda línea del metro se decidió entre los principados y las potestades del país, los opositores al metro pasan a ser los equivocados.

Si alguien protesta, está equivocado y el valor de su vida puede intercambiarse por el valor de la bala indigna de un policía “cumpliendo su deber”.

Es así como el contrato social de Jean-Jacques Rousseau se queda sin notarizar.

¡No podemos quejarnos! La sociedad que tenemos no es la que queremos, pero es la que construyeron los vividores de la clase política nacional y su partidocracia inconsecuente, corrupta.

En ese contexto, Sobeida es hija legítima de una sociedad modelada al antojo de la clase política nacional. Una clase tan incongruente, que ahora dice perseguir a su propia hija cuando debería estar persiguiéndose a sí misma. Por más cierto que sea el dicho de que las clases no se suicidan, sigo creyendo que quienes dirigen esta sociedad deben irse, porque con ellos, el futuro de la republica dominicana está secuestrado.

Si quieren atrapar a Sobeida, yo se dónde se encuentra:

Ella está en el congreso dictando hoy las leyes que hay que violar mañana.

Ella está en la suprema corte de justicia asegurándose la impunidad.

Búsquenla en la cúpula de los partidos políticos haciendo un doctorado en simulación.

Tal vez la encuentren en la catedral primada de América, lavando sus pecadólares, para volver a cometerlos.

Ella es la intachable ejecutiva de un banco financiado por los pobres, pero sin préstamos para los pobres.

Ella está en el palacio de la policía, actuando para las cámaras, cuando no escribiendo guiones cinematográficos de calidad inaceptable,

Busquen entre los banqueros, entre los grupos económicos, entre los políticos y funcionarios de más renombre, en fin, busquen en el palacio nacional.

¡Hipócritas!

Persíganse a ustedes mismos, y cuando se atrapen, váyanse bien lejos, más allá de los límites exteriores del sistema solar.





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