martes, 15 de junio de 2010

Sin título

Por Félix A. Pineda

La miseria de los resultados electorales es palpable, aún para aquellos que ganaron una posición desde la cual poner en práctica el modelo de poder que llevan incrustado en el cerebro. En efecto, el modelo de sociedad que tenemos es el de "hacerse rico por la vía legal, y si no se puede por la vía legal, entonces hacerse rico".

Desde el punto de vista de este enfoque, no importa la legitimidad del proceso. Tampoco importa la abstención. Mucho menos importa la imbecilidad, la crueldad, la inoperancia, la negligencia ni las diabluras que se puedan cometer en la gestión del oficio. Nada importa si de lo que se trata es de cumplir con un proyecto personal que nada tiene que ver con la población que paga mis desafueros.

Al diablo la institucionalidad, al carajo la moral y que vivan mis proyectos personales sustentados por la ignorancia cinco veces centenaria del pueblo dominicano.

Ante este modelo hipócrita y anacrónico de hacer política los ciudadanos tenemos dos posibilidades:
la primera es decir que no podemos hacer nada y efectivamente, no hacer nada.
Lo segundo es creernos que el problema es parte de nosotro, que nos toca de cerca y por lo tanto, contribuir a la solución de manera creativa. No hacerle el "juego" a esos políticos corrupto es una de las opciones viables.

Claro! eso hasta que podamos hacer algo más contundente, como por ejemplo, hacerle la vida imposible, que para eso Mario Benedetti nos dejó una propuesta amablemente peligrosa: "Un torturador no se redime suicidándose, pero algo es algo".

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