domingo, 27 de septiembre de 2009

Breve Antología del Infortunio Social Dominicano: caso 10


La carretera y la maldición de los candidatos

Por: Félix A. Pineda


En estos días de campaña política desmesurada, alguien me señaló, con mucha inteligencia, la estupidez de los lemas publicitarios de los candidatos a cargos municipales y congresionales, entre los que se contaba el de “cara nueva al congreso” como si el congreso fuera una pasarela para la exhibición de rostros lacerados por el maquillaje y el fotoshop.

Los miles de afiches que aparecen en la carretera son buenos para la contaminación visual, sirven también, para estropear la concentración de personas que perciben la carretera como un espacio en movimiento, en el que la contemplación se ciñe a nuestro espíritu mientras el paisaje viene a nuestro encuentro. En efecto, cuando viajamos, no somos nosotros los que nos movemos, es el paisaje el que viene a encontrarnos a nosotros, y a enseñarnos que el mundo se renueva a cada metro, a cada kilómetro recorrido. Pero nadie puede hacer introspección mientras contempla un paisaje malogrado por las fotos gigantes de los candidatos.

Hay que imaginar un viaje desde Santo Domingo a Neiba, 236 kilómetros de tortuosas imágenes de candidatos convertidos en productos de consumo electoral, lastimando la inteligencia de los votantes. Puede decirse que en República Dominicana tenemos los mejores candidatos por los que el pueblo se puede dejar engañar, sin que ese “esperpento” que denominamos JCE (Jódanse Ciudadanos Estúpidos) haga algo al respecto.

En esta fecha de acentuado infortunio social, las emisoras se convierten en una sucesión de propagandas políticas interrumpidas de vez en cuando por algún programa, que probablemente sea de tipo político también. ¿Alguien sabe que hay países en los que está regulado el número de minutos diarios para un candidato? Y no se trata de limitar el derecho a la palabra. Se trata de cuidar la salud de la gente y evitar la competencia desleal de aquel que dispone de cuantiosos recursos sobre otro que sólo dispone de la buena intensión.

Es tiempo de desarropar las pretensiones del candidato en tanto que tal, porque con su risa prefabricada, extraída de algún cuento con final feliz, persigue que los demás deleguen en él su destino para así mejor construir el suyo, que nada tiene que ver con el de los demás.

El candidato no es una persona, es un personaje, tiene múltiples caras, apropiadas a cada circunstancia del escenario político. El presume de ser honesto, serio, capaz, trabajador incansable y bondadoso. Todas las virtudes humanas aparecen de repente, apretujadas en la figura del candidato. Esto recuerda el refrán popular de “dime de qué presumes y te diré de qué adoleces”.

Y pensar, o mejor dicho, sufrir, que esta será una larga campaña electoral en la que el candidato andará armado con una lengua calibre 38, disparando estupideces que matan a los votantes ingenuos.

Entre la foto del candidato y la cara desencajada de autoritarismo y maldad del cardenal, prefiero la belleza inagotable del paisaje dominicano. Rancho Arriba, en San José de Ocoa, por ejemplo, Jarabacoa, las montañas del Bahoruco, entre otros entornos, curan el estrés generado por la propaganda de políticos carentes de políticas.

Pero no sólo hay afiches de candidatos en la carretera, también hay perros muertos que hieden, como si el hedor nauseabundo de animales en estado de descomposición fuera la analogía perfecta para la promoción de sus ofertas electorales.

Sin embargo, un afiche falta todavía en la carretera, con un eslogan como este:

“Las putas al poder, porque con sus hijos, no nos fue bien.
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1 comentario:

  1. Muy interesantes tus ideas, no esperaba menos. Cuentas con una fiel lectora.

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