viernes, 15 de enero de 2010

Un mundo de contrastes obscenos

Por Félix A. Pineda



El 15 de enero del 2010 marca el tercer día de una tragedia sin par en un rincón del Caribe. El terremoto que azotó a Haití constituye el último peldaño al que un pueblo puede descender en su sufrimiento y angustia, hist[orica más que existencial. Ninguna explicación a lo ocurrido en Haití se corresponde con la realidad que se pretende explicar.




Ese mismo día, al otro lado de la obscenidad más abyecta, como si se pasara de una página a otra, de la porno miseria a la porno riqueza, JPMorgan Chase anuncia que sus ganancias al final del 2009 fueron de 11, 728 millones de dólares. Esa cifra astronómica no está al alcance de las nimiedades empresariales con las que estamos acostumbrados a jugar los obreros de este mundo globalizado. Calculado a 35 pesos un dólar, las ganancias son brutales: RD$ 410,480,000,000. Doce dígitos bailando la danza del pecado legitimado por la religión del mercado y su dios el dinero.




En la página anterior, 300 mil personas pasarán la noche en parques y calles, respirando el oxígeno de la muerte, caminando entre cadáveres sin nombres. La noche será larga, oscura, y ellos tendrán miedo, mucho miedo, porque en esos momentos, el hambre y la sed pesan menos que el miedo y la incertidumbre.




A ellos les falta todo, a los de PJMorgan le sobra todo. Si esto es la realidad, cualquier explicación se convierte en ficción.

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