Claro. El psicópata tiene la conciencia
atrofiada. Por eso, su capacidad para elaborar juicios éticos y morales sobre
lo que está bien o está mal se reduce a su mínima expresión. Un psicópata puede
robarse todos los millones de un país
empobrecido y no sentir remordimiento, por el contrario, es capaz de fundar compañías
fantasmas para administrar inescrupulosamente el dolor de los demás, en
beneficio propio y de su clan.
Robert Hare, de la Universidad de la Culumbia
Británica en Canadá, sostiene que el psicópata carece de emociones, y no puede
situarse en el lugar de otro. Esta es su característica fundamental.
Queda claro, entonces, que los psicópatas
pueden “sentirse tranquilos y dormir
tranquilos, porque no sienten ninguna angustia personal ni tienen ningún
problema. Y si un fiscal actuara de manera tal que lo pudiera poner en
evidencia, él ni se inmutaría: Si un reportero lo cuestionara, él diría eso
mismo: “Me siento tranquilo y duermo
tranquilamente”.
Para un sicópata, la palabra “robar” carece de
un valor propio, es neutra. Decir “me
he robado a media República Dominicana” es como decir: “abrí el refrigerador
y tomé un vaso de agua”. Los otros son los que están mal: participación
ciudadana, los periodistas agitadores, los que luchan contra la corrupción, y
también, los pendejos y pendejas que sueñan con un país diferente.
Queda confirmado pues, sin muchas explicaciones
psicofisiológicas, que los psicópatas pueden “estar tranquilos y dormir
tranquilamente” sobre todo, en un país donde la gente come mierda, y bebe agua
sucia, con el apoyo de sus funcionarios, claro está.
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