Por: Félix A. Pineda
Tenemos derecho a rebelarnos contra lo que afecta nuestros derechos.
¿Por qué razón la gente decente tiene que obedecer los caprichos de una clase política tarada y con el alma carcomida de miseria?
¿Por qué vivir bajo leyes que van contra nosotros y a favor de un grupo de inescrupulosos?
¿Por qué obedecer una constitución elaborada para servir a los intereses de leonel y miguel, el primero un megalómano con tendencias patológica de apego al poder, y el segundo, discípulo de mamona, señor del dinero al que hay que ofrecer en sacrificio la vida del pueblo a cambio de la vida de un grupo?
Esa constitución carece de legitimidad. Es un espejo que refleja con fidelidad los toques de Leonel, miguel, el cardenal y un grupo económico que hace tiempo perdió el horizonte de la moral.
He aquí el dilema: Si el pueblo vale, esta constitución no vale; si esa constitución vale, entonces el pueblo no vale.
Con pasión, corazón y razón, la desobediencia civil es la opción.
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